Roland Barthes fue
un ensayista, crítico literario y semiólogo que nació y murió en Francia, en 1915
y 1980. Entre sus muchas obras destaca Mitologías, texto fundante que
recopila una cantidad de ensayos breves y periodísticos en los cuales se mezclan
el apunte sociológico, la antropología, la lingüística y la semiología. Se
reproducen a continuación los dos textos introductorios a la obra redactados
por su propio autor en los que, entre otras cuestiones, da cuenta de su génesis y sus objetivos.
Prólogo a la primera edición
Estos textos
fueron escritos mensualmente durante unos dos años, de 1954 a 1956, al calor de
la actualidad. Yo intentaba entonces reflexionar regularmente sobre algunos
mitos de la vida cotidiana francesa. El material de esa reflexión podía ser muy
variado (un artículo de prensa, una fotografía de semanario, un film, un espectáculo,
una exposición) y el tema absolutamente arbitrario: se trataba indudablemente
de mi propia actualidad.
El punto de
partida de esa reflexión era, con frecuencia, un sentimiento de impaciencia
ante lo "natural" con que la prensa, el arte, el sentido común,
encubren permanentemente una realidad que no por ser la que vivimos deja de ser
absolutamente histórica: en una palabra, sufría al ver confundidas
constantemente naturaleza e historia en el relato de nuestra actualidad y
quería poner de manifiesto el abuso ideológico que, en mi sentir, se encuentra
oculto en la exposición decorativa de lo evidente-por-sí-mismo.
Desde el principio
me pareció que la noción de mito da cuenta de esas falsas evidencias. En ese
momento yo entendía la palabra en un sentido tradicional; pero ya estaba
persuadido de algo de lo que he intentado después extraer todas sus consecuencias:
el mito es un lenguaje. Así, al ocuparme de hechos aparentemente alejados de
toda literatura (un combate de catch, un plato de cocina, una exposición de
plástica), no pensaba salir de la semiología general de nuestro mundo burgués, cuya
vertiente literaria había abordado en ensayos precedentes. Sin embargo, sólo después
de haber explorado cierto número de hechos de actualidad, he intentado definir
de manera metódica el mito contemporáneo; texto que he colocado al final de este
volumen puesto que no hace otra cosa que sistematizar los materiales
anteriores.
Escritos mes a
mes, estos ensayos no aspiran a un desarrollo orgánico: su nexo es de
insistencia, de repetición. Aunque no sé si las cosas repetidas gustan -como dice
el proverbio- creo que, por lo menos, significan. Y lo que he buscado en todo esto
son significaciones. ¿Son mis significaciones? Dicho de otra manera, ¿existe
una mitología del mitólogo? Sin duda, y el lector verá claramente cuál es mi
apuesta.
Pero, en realidad,
no creo que el problema se plantee exactamente de esta manera. La "desmitificación",
para emplear todavía una palabra que comienza a gastarse, no es una operación
olímpica. Quiero decir que no puedo plegarme a la creencia tradicional que postula
un divorcio entre la naturaleza de la objetividad del sabio y la subjetividad
del escritor, como si uno estuviera dotado de "libertad" y el otro de
"vocación", ambas adecuadas para escamotear o para sublimar los
límites reales de su situación; reclamo vivir plenamente la contradicción de mi
tiempo, que puede hacer de un sarcasmo la condición de la verdad.
R. B.
Prólogo a la edición de 1970
Los textos de
Mitologías fueron escritos entre 1954 y 1956; el libro apareció en 1957. Aquí
se podrán encontrar dos decisiones: por una parte una crítica ideológica dirigida
al lenguaje de la llamada cultura de masa; por otra, un primer desmontaje semiológico
de ese lenguaje. Acababa de leer a Saussure y, a partir de él, tuve la convicción
de que si se consideraban las "representaciones colectivas" como
sistemas de signos, podríamos alentar la esperanza de salir de la denuncia
piadosa y dar cuenta en detalle de la mistificación que transforma la cultura
pequeño-burguesa en naturaleza universal.
Los dos gestos que
se sitúan en el origen de este libro -evidentemente- ya no podrían trazarse de
la misma manera en la actualidad (por esa razón renuncio a corregirlo). No es
que haya desaparecido la materia, sino que la crítica ideológica se ha
sutilizado o, al menos, requiere de sutilezas, al mismo tiempo que resurge brutalmente
la exigencia de su utilización (mayo 1968); y el análisis semiológico, inaugurado,
al menos en lo que me concierne, por el texto final de Mitologías, se ha desarrollado, precisado, complicado, dividido; se
ha transformado en un lugar teórico donde puede desarrollarse, en este siglo y
en nuestro Occidente, cierta liberación del significante. Yo no podría por lo
tanto, en su forma pasada (aquí presente), escribir nuevas mitologías.
Sin embargo, lo
que permanece, además del enemigo capital (la Norma burguesa), es la necesaria
conjunción de estos dos gestos: ni denuncia sin su instrumento fino de
análisis, ni semiología que no se asuma, finalmente, como una semioclastia.
Febrero de 1970
Cuestionario guía
Leer atentamente
los dos breves prólogos y responder a continuación:
1-¿Cómo se puede
definir “crítica ideológica”? ¿Cuál es su objetivo e importancia?
2-Describir el
objeto de estudio de las Mitologías.
3-¿De qué manera
se manifiesta la inluencia de Ferdinand de Saussure sobre la obra barthesiana?
2-¿Cómo se puede definir
la “Norma burguesa”?
3-¿Qué entiende
Barthes por semioclastia? Desarrollar.
4-¿Por qué se cita
entre paréntesis la fecha “mayo 1968”?
La obra completa se
puede leer aquí.
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