Trabajo práctico - Segundo cuatrimestre de 2017
El ajuar de la novia
Ana Fanjul
El
matrimonio es un tipo de institución social por el cual dos personas se unen
religiosa o civilmente con la intención de perdurar juntos por el resto de sus
vidas. Esta práctica social está caracterizada por incluir un número de pautas
y códigos que deben ser cumplidos por los miembros de la comunidad que deseen
contraer matrimonio. Una de las costumbres más arraigadas en el desarrollo de
una boda es la constitución del ajuar de la novia, símbolo característico del
rol que va a cumplir de ahora en más, diferente del que cumplía hasta ese
momento estando soltera.
El
ajuar de la novia es una tradición que se ha transmitido a lo largo del tiempo
desde tempranas épocas. Sus orígenes se remontan a la antigüedad pero han ido
cambiando y evolucionando con el devenir de los usos y con las transformaciones
propias de las comunidades. La vestimenta de la novia se carga de significación
en el momento en que permite avalar el nuevo rango que la mujer en cuestión
ocupa. Permite además, caracterizarla mediante un conjunto amplio de símbolos
típicos, que incluyen prendas, texturas y colores.
El
término ajuar proviene del árabe
hispánico assuwár, y éste del árabe
clásico sawar, cuyo equivalente
semántico es enseres. En sus orígenes
designaba todo lo referente a la “vestimenta”
del hogar, tales como sábanas, manteles, servilletas, etc., que significaban el
aporte que la mujer debía confeccionar para la unión, además de la dote
ofrecida por la familia para el desarrollo de la boda. Se produce un pasaje
semiológico del ajuar como elemento práctico a ajuar como elemento simbólico,
ya que en la actualidad se designa con este término a la ropa característica
que utiliza la novia en la ceremonia, ya sea religiosa o no, cuya conformación
varía de acuerdo a las diferentes tradiciones que acostumbren llevar adelante
en una determinada sociedad. Además, también el término hace referencia a la
lencería que usará en la luna de miel luego de la celebración.
Hoy
en día, el ajuar de la novia se circunscribe al ámbito de la religión católica,
donde cumple una función esencial y simbólica a la hora de unirse a la otra
persona ante los ojos de Dios. Está conformado por vestimentas propias de la
situación, que pueden ser visibles ante los espectadores o no. En el primer
caso, es detectable el uso de, en primer lugar, el vestido, generalmente largo
y de color blanco, que permite a la novia destacarse de las demás mujeres
presentes. En este sentido, el ajuar significa protagonismo, ya que es un
índice o marca de diferenciación del resto de las personas que están en la
ceremonia. El protagonismo es evidente en una novia tradicional, y más aún en
aquella que pretende romper con las estructuras convencionales tratando de
sobresalir.
Otra
característica representativa del ajuar es el velo. Éste es un complemento,
aunque no esencial, bastante distintivo del enlace entre dos personas. Está
compuesto por una tela muy fina y transparente como puede ser el tul y la
organza, aunque en la actualidad podemos encontrar multitud de estilos y
colores. También pueden considerarse característicos del ajuar de la novia la
liga en una pierna, o el uso de elementos nuevos y prestados. En la Edad Media,
época de gran superstición, se origina el del uso de algo azul, que significa
fidelidad; algo prestado, porque se creía que se podía atraer la felicidad
usando una prenda o accesorio de una amiga que tuviera una vida feliz; algo
nuevo, que simboliza la nueva vida que los novios van a empezar; y lo viejo,
que significa la conexión de la novia con el pasado. Más allá de esta costumbre
el uso de algo viejo es un tributo a las mujeres de la familia que son
admiradas por la novia por su aporte, dedicación y la formación de identidad de
su grupo. Por lo tanto, el ajuar es un legado, ya que a través de eso se
continúa con tradiciones familiares que provienen de tiempos anteriores; muchas
novias optan por el uso del vestido de novia de la madre o de la abuela, como
modo de perpetuar y homenajear las raíces de la familia contribuyendo así a la
continuidad de la cultura de la sociedad en la que están inmersas.
El
ajuar puede implicar tradición, costumbre o moda, pero esto depende del sentido
y significado que le da la mujer que lo usa. Hay quienes le otorgan un gran
simbolismo que determina la forma de concebir el acto ceremonial, y lo
consideran un aspecto importante en su desarrollo. Sin embargo, hay otras
mujeres que lo perciben como algo superfluo y sin relevancia, en algunos casos
hasta el punto de romper con los mandatos o rebelarse contra el uso de los
elementos prototípicos. Para ejemplificar, en la religión católica, el color
blanco simboliza la castidad que la novia ha conservado hasta que se consume la
ceremonia, pero aunque en la actualidad esta condición no se cumpla, se opta
igualmente por el color blanco, como un tópico ya convencionalizado; y en
algunas ocasiones se puede llegar a considerar el uso de algún color diferente.
En
cuanto al uso del ajuar en relación con la costumbre se remonta a tradiciones
antiguas que se fueron modificando con el correr del tiempo hasta conformar la
idea que se tiene hoy en día; además, el carácter relativamente estable de la
apariencia del ajuar (color, liga, velo, ramo) se debe también a esto. Por otra
parte, se relaciona con la moda, porque de ello depende la aceptación por parte
del grupo social: la indumentaria es elegida en función de las preferencias o
mandatos de la sociedad a la que pertenece, o bien, a la que le gustaría pertenecer.
Hay que tener en cuenta que ciertas prendas exceden en muchos casos el
presupuesto con el que cuentan gran cantidad de mujeres, su alto precio no se
corresponde en alguno casos con las posibilidades de acceso a ciertos sectores
sociales, pero el ansia de aceptación es tal que llegan a gastar más de la
cuenta y endeudarse con tal de sentir por un momento que pertenecen a
determinado estatus.
El
ajuar significa también apariencia, y esto se remonta a la época en que la
reina Victoria introdujo la moda del vestido blanco adornado con encajes (foto).
En un principio, el retrato de la pareja nupcial, y años más tarde, la
recreación de la boda real para ser fotografiada (Roger Fenton en 1854)
tuvieron una reproducción en el nivel global que marcó un antes y un después en
la historia del vestido de novia. Así, durante el tiempo que transcurra la
ceremonia, la novia será la reina del acontecimiento por el hecho de vestir un
atuendo que puede tener variantes, ya sea ostentoso o sencillo, con brillos y
opaco; y estará siendo fotografiada y filmada. La idea de ser reina por un día
se asemeja a la festividad carnavalesca que, durante el tiempo que dure la
celebración, garantiza no haya distinción entre ricos y pobres.
Por
último, el ajuar significa también felicidad, y se corresponde con la idea de que todas las
niñas sueñan con casarse, tener un despampanante vestido, una gran torta de
bodas y una hermosa fiesta. La televisión, con sus programas de princesas,
novelas y romances inculcan en las niñas que una boda es un final feliz, y, a
la vez, un vivir feliz para siempre, una continuidad en la dicha y el regocijo.
Esta felicidad se transmite en imágenes: una mujer vestida de blanco, un velo,
guantes, una fiesta, etc. A través de estas imágenes se llena de simbolismos naturalizados
y de estereotipos a los niños, que, en su mayoría, van a buscar por todos los
medios repetir esto en la adultez para alcanzar la felicidad.
La
compra del ajuar es como una preparación hacia la nueva vida que acarrea una
confrontación de sentimientos: por un lado, nostalgia y melancolía hacia los
momentos y las cosas de su vida que va a dejar atrás; y por otro lado, ilusión
y expectativa hacia esta etapa nueva que va a comenzar en la vida de la mujer.
Esta transición se termina de complementar con el hecho de que la novia es
entregada por una figura masculina, por lo general el padre, a su futuro
marido, completando así el rito de pasaje. Tanto la novia tradicional como la
innovadora consideran el ajuar como el elemento más importante de este acontecimiento.
Más allá de toda ceremonia religiosa o civil, el ajuar y la fiesta es a lo que aspira y lo que
desvela a toda mujer (o niña) que sueñe con casarse.