Ensayo semiológico
Trabajo práctico
Segundo cuatrimestre de 2019
Título: Cenicienta desempolvada
Autora: Laura Micaela Torres
Los cuentos tradicionales son innumerables, aquí se tomará uno de ellos, Cenicienta, que pertenece a la amplia serie de cuentos de hada.
Un cuento de hadas es una historia ficticia que puede contener personajes fantásticos -tales como hadas, duendes, elfos, brujas, sirenas, troles, gigantes, gnomos y animales parlantes, así como encantamientos, bestias, bosques y/o castillos encantados- normalmente representados en una secuencia inverosímil de eventos, por lo menos desde una consideración realista.
Cenicienta es un cuento escrito por el francés Charles Perrault hacia 1697, de su historia se conocen muchas versiones, entre ellas la de los hermanos Grimm y el largometraje que realizó Walt Disney en 1959 donde se difundió la versión más conocida del cuento. Respecto a esto último, se puede señalar que a partir de que la industria del entretenimiento y los medios de comunicación comenzaron a realizar este tipo de adaptaciones, la ideología, los estereotipos y las imposiciones sociales basadas en el género, se impusieron de manera más natural y cotidiana.
Los personajes de estos cuentos son, en su mayoría, “arquetípicos”, es decir, se corresponden con una concepción modélica a seguir, con unas características fijas. Por ejemplo, la niña buena la madrastra mala, el príncipe valiente, que son personajes que aparecen en Cenicienta.
Estos cuentos, que en principio eran para los adultos, y luego fueron dirigidos a niños, en función de introducirlos en la narrativa o para entretenerlos, tienen una función educativa que refleja ciertos aspectos sobre los valores de una sociedad. En este sentido, Cenicienta es un cuento que enseña valores positivos como la generosidad, el perdón, la bondad, la paciencia, etc., que caracterizan a Cenicienta, pero también aspectos negativos como celos, envidia, maldad, odio, engaño, etc., atribuidos a la madrastra y hermanastras, no es casual que quien porta los valores positivos sea Cenicienta, la mas bella del reino, y que quienes portan características negativas sean las mas feas del reino, hay una intencionalidad a relacionarlo con la conexión entre la espiritualidad, el alma y el cuerpo físico, de acuerdo con esto, las hermanastras son feas porque sus personalidades están caracterizadas por aspectos negativos, es decir, su interior (su alma) es feo, “podrido”, enfermo, y ello se refleja en su exterior (su cuerpo) y, Cenicienta es bella, por lo positivo de sus valores.
Está intencionalidad se vincula también a lo educativo o pedagógico, a modo de “moraleja” Cenicienta guía a que los niños que lean este cuento, puedan observar esta distinción corporal- espiritual y que, de este modo aprendan diferencias relacionadas con el bien y el mal, por ejemplo, pero también que, al ver que las hermanastras son feas porque odian y envidian, quieran adquirir los valores de Cenicienta, para “ser como ella”.
Cabe señalar que, el hecho de categorizar valores en “positivo” o “negativo” está vinculado con la percepción de la sociedad sobre los mismos, y por otro, en relación al cuento, con lo feo como negativo y lo bello como positivo.
El cuento Cenicienta, también refleja, a modo de espejo, además de los valores morales, los códigos éticos y de comportamiento, que predominan en una sociedad. En Cenicienta, por ejemplo, se puede observar a una doncella, que espera encontrar a su príncipe azul y casarse con él. En cambio, en los cuentos actuales, tanto en “La cenicienta que no quería comer perdices” o en la colección de “Antiprincesas”, estos códigos pretenden guiar a sus lectores a que vean que no solo se debe esperar al príncipe y casarse, sino también, que se pueden tener otras aspiraciones o deseos, que pueden ser casarse o no, y de eso se tratan todos estos cuentos, de las posibilidades, las elecciones y que se pueda elegir la vida feliz que se pretende, cuyas acciones estén motivadas por aspiraciones, deseos y no que los comportamientos y las acciones fundamentales para construir una vida, estén condicionadas por factores externos, como las imposiciones, los estereotipos o “lo que se espera de”.
El cuento de Cenicienta se construye sobre una estructura simple que facilita su compresión casi inmediata, posee un lenguaje simbólico y elementos maravillosos (vestidos hermosos, castillos y seres fantásticos) que atraen a sus lectores, generalmente niños, aunque también estos elementos maravillosos minimizan al máximo los problemas existenciales y son utilizados para resolver conflictos. El mundo mágico, por ejemplo, está muy presente en la transformación de animales y cosas que lleven la historia a una conclusión feliz, y la existencia de personajes con magia que ayudan al protagonista también. En Cenicienta es el hada madrina quien ayuda y a la vez soluciona el problema de Cenicienta de no poder ir al baile, donde también hay una transformación de animales, los ratones y de cosas, las calabazas, este uso de la magia tiene vinculación con que Cenicienta pueda ir al baile, que es la acción fundamental del cuento.
El cuento de la Cenicienta refleja a una doncella que no se rebela ante las injusticias que sufre, tales como ser despojada de sus pertenencias y bienes a manos de su madrastra (vestidos, joyas, etc.) o ser desplazada de su posición social a una que esta, de alguna manera, por debajo de los privilegios y las comodidades de que gozaba, sino que paciente espera por su príncipe azul, quien la sacara de su sufrimiento y agonía. Victima indefensa, Cenicienta solo puede verse libre de su calvario con un príncipe que la salve, y solo puede encontrar la felicidad soñada, casándose con él.
Esta circunstancia, este modo de actuar de Cenicienta la caracterizan como una mujer dócil y humilde, que acata las ordenes que se le dan sin protestar, educada de este modo, no puede hacer más que, como ya se señaló, esperar… esta es, la única solución posible e imaginable.
Por otro lado, Cenicienta es sumisa ante las peticiones de su madrastra y hermanastras, y también ante el príncipe, cuando decide elegirla como esposa. Se observa así, a través de esta caracterización del carácter de Cenicienta, la concepción modelo o arquetípica sobre la mujer en general, y mas particularmente sobre la mujer ama de casa, pues Cenicienta desea que su príncipe azul la reconozca, quiere casarse, vivir en el castillo y comer perdices.
El símbolo particular del zapatito de cristal que sólo calza en el pequeñísimo pie de la protagonista, se revela como aquel símbolo fetichista de la pureza y la sexualidad de las mujeres buenas.
Además, este símbolo particular del zapato de cristal está estrechamente vinculado con los conceptos de buen porte, elegancia, estatus social y un accesorio de determinados ámbitos, como lo es en el cuento, el baile organizado por el príncipe. Pero también, el hecho de que el zapatito de cristal le quede solo a ella es un indicador de que Cenicienta pertenece naturalmente a un estatus social superior, del que no son parte las hermanastras por ejemplo, que es mas bien fingida y que se esfuerzan por ser como Cenicienta.
Se podría decir que todo el cuento en sí mismo es un gran estereotipo, al menos visto desde la actualidad y que, a través de una estructura simple se oculta toda una significación profunda, que encierra un discurso ideológico, político y cultural Prueba de ello son los cambios que recaen sobre estos cuentos y las críticas que se realizan a los mismos.
En la actualidad, las cuestiones referidas a los cuentos tradicionales, la función de estos y, su papel en y para la sociedad han ido creciendo al igual que han surgido diversas estrategias que dan cuenta de ello: la reconstrucción de estos cuentos, con diferentes perspectivas y espacios, y también, la reconstrucción de la figura de princesas a través de, por ejemplo, la noción, nueva, de antriprincesas.
La colección de libros “Antriprincesas” fue pensada por Nadia Fink y publicada en Argentina en 2015, por la Editorial Chirimbote.
En estos cuentos, no hay madrastras malas, ni zapatitos perdidos, tampoco sapos o doncellas dormidas que besar en nombre del amor romántico, en las “Antiprincesas” las protagonistas son mujeres luchadoras y protagonistas de sus propias historias. Son mujeres de "carne y hueso", inteligentes, que se atreven a romper los moldes de su época y que están decididas a hacer lo que desean hacer, sin quedarse en los lugares que estaban destinados para ellas o que se les imponían.
El mundo cambió y cada
vez son más las voces que señalan los problemas de seguir mostrándole a niños y
niñas que las mujeres son damiselas de cintura pequeña y pelo largo que
necesitan ser rescatadas por un príncipe azul.
Las “Antiprincensas” Frida
Khalo y Violeta Parra se dedicaban al arte popular. Juana Azurduy luchó por la
liberación del Virreinato del Río de la Plata. Clarice Lispector y Alfonsina Storni
nos permiten hablar del oficio de escribir. Ahora, las niñas tienen otras
opciones, pueden elegir si quieren ser una Cenicienta que espera la llegada de
su príncipe azul, o si quieren luchar sus propias batallas y construir sus
historias por ellas mismas, y para ellas mismas.
Asimismo, los cuentos tradicionales han sido retomados y modificados o adaptados según las nuevas necesidades pedagógicas o en general de los cambios que van surgiendo en la sociedad contemporánea.
Los discursos de los cuentos que tratan de rompen con la socialización diferenciada de género como La Cenicienta que no quería comer perdices, cuento escrito por Nunila López Salamero, transgreden los estereotipos establecidos y tratan de mostrar una sociedad más igualitaria.
El cuento en sí, trata de ofrecer una visión de las mujeres, sobre los deseos que se les ha enseñado a tener y las vidas sumisas y silenciosas que han llevado. Sigue habiendo una estructura simple, pero se han eliminado los elementos maravillosos, reemplazados por una estrategia técnica como el humor y la ironía , y en consecuencia, la historia se ha vuelto más real, más cercana y presenta un nuevo modelo de protagonista, la mujer cambió su papel de víctima indefensa a la espera del valiente y honrado príncipe a un personaje que se cuestiona y se pregunta si sus elecciones son lo que realmente quería o si ha caído en la ideología hegemónica del momento y si, presionada por la sociedad, ha hecho lo que se esperaba que haga.
La protagonista principal de este cuento es Cenicienta, una mujer que tras mucho intentarlo consigue ir al baile que ofrece el príncipe en su palacio, pero una vez que se casa con él, descubre que la vida junto a un príncipe no era como ella se la imaginaba, que no es feliz, que se siente sola, pues el príncipe no le presta ninguna atención, reprimida y poco valorada.
A lo largo de la historia se observa que Cenicienta va evolucionando, comienza siendo el estereotipo de mujer oprimida y sumisa que ha dejado de lado sus ilusiones y sus deseos por someterse a los de su marido, pero tanto su carácter como su forma de ser y de relacionarse con los demás se van transformando con ella, tras abandonar al príncipe y comprender que no necesita de nadie para ser feliz decide vivir su vida a su manera sin tener en cuenta lo que de ella se espera ni tratar de cumplir con las pautas establecidas.
Solo como un símbolo de este hecho aparece el tema de las perdices. Es un símbolo muy importante también en los cuentos clásicos, que representan la felicidad y el casamiento. Sucede que a este príncipe le encantan, y que ella le debe cocinar, a pesar de que no le agradan en absoluto (pues es vegetariana).
Así, como las
reconstrucciones de los cuentos, los estudios Disney comenzaron un delicado
proceso en el que van modificando, cambiando, a algunos de sus personajes más
queridos. La audiencia no está dispuesta a admitir un bloque uniforme y formateado de historias
de mujeres débiles y parecidas entre sí, con títulos como Frozen, Moana,
Valiente, se ha tratado de implementar estas nuevas perspectivas y nuevas
exigencias.
También, películas como
La bella y la Bestia, Maléfica (personaje malvado que pertenece al cuento de La
bella durmiente), Caperucita roja, y de alguna manera menos fuerte como las
anteriores Cenicienta, han sido nuevamente producidas, respetando e incluyendo
la gran aglomeración de cambios sociales, políticos y pedagógicos presentes en
la contemporaneidad, por ejemplo, a muchas se le ha dado un cambio de
perspectiva, Maléfica ya no es la bruja malvada que por celos y envidia hechiza
a la hija del rey, sino que es una mujer deshonrada y traicionada, al estilo de
Medea, que busca venganza por la traición de su enamorado.
Los cuentos de hadas son
una expresión popular que ha reflejado el sentir colectivo de una sociedad a lo
largo del tiempo, y es por ello que presenta unos estereotipos, que en la
actualidad están siendo cuestionados, tales como la sumisión de Cenicienta al
príncipe y a su madrastra, es decir, la sumisión general de la mujer frente a
otros, o que la felicidad de la vida de una mujer, y de Cenicienta, dependen
del matrimonio.
Este tipo de conductas
en la actualidad quedan obsoletas, porque se aspira a que haya más de una
perspectiva, que se sepa que hay más posibilidades y los roles de los
personajes pueden cambiar con los tiempos para adaptarse a las nuevas normas
sociales, como podemos ver en la mencionada La Cenicienta que no quería comer
perdices.